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Freno al despilfarro de alimentos en la cadena alimentaria de la Unión Europea

Un reciente informe publicado por la Comisión Europea estima que se desperdician alrededor de 100 millones de toneladas de alimentos al año en la UE. El anterior dato, hecho público en 2012, era de 89 millones de toneladas, por lo que el problema lejos de solucionarse, se ha agravado. Si no se pone remedio, se calcula que se alcanzarán las 126 toneladas en 2020. Esto supone que cada europeo despilfarra actualmente más de 200 Kg. de alimentos al año, y lo hace en todos los eslabones de la cadena alimentaria: 

• Los hogares son responsables del 42 % del total del desperdicio, más de la mitad evitable y debido a la falta de concienciación, conocimiento sobre el uso eficiente de los alimentos, las actitudes (culturales, de infravaloración) y la falta de planificación de las compras. 

• El sector de fabricación de alimentos es responsable del 39 % del total del despilfarro.

 • Los sectores de restauración y de catering son responsables del 14 %. 

• Los sectores de la alimentación al por menor y al por mayor son responsables del 5 % del total del desperdicio. 

Las autoridades europeas están muy preocupadas por este grave problema que no sólo plantea cuestiones éticas, económicas, sociales y nutricionales, sino que tiene también consecuencias sanitarias y ambientales. Por ello trabajan para mejorar la eficiencia de la cadena alimentaria proponiendo acciones dirigidas a los diferentes sectores. 

Y el problema no es sólo europeo, se calcula que actualmente alrededor de un tercio de los alimentos destinados al consumo humano se desperdician, esto supone 1.300 millones de toneladas al año. 

Para ponerle freno, los responsables comunitarios proponen invertir en investigación y tecnología, incentivar los mercados locales, hacer campañas divulgativas de concienciación e involucrar a toda la cadena alimentaria. Los objetivos son muy ambiciosos: reducir el despilfarro hasta cotas cercanas a cero. 

Con los siguientes 7 consejos, se puede llegar a reducir hasta el 60% de los alimentos desperdiciados en el hogar: 

1. Planificar los menús comprobando los ingredientes que hay en casa y que deberán revisarse periódicamente. Elaborar una lista de la compra solo con lo que se necesite. 

2. Durante la compra, ajustarse a la lista y comprar preferiblemente los productos frescos al detalle (piezas de fruta y verdura, carne o pescado por piezas o peso) y no ya envasados para poder comprar la cantidad que realmente se necesita. 

3. Almacenar los productos adecuadamente, según los productos. Colocar a la vista los productos más antiguos para ser consumidos primero. 

4. Comprobar las fechas de caducidad y de consumo preferente, estos últimos pueden ser consumidos con la fecha vencida. 

5. Servir raciones pequeñas, mejor repetir que dejar comida en el plato. 

6. Aprovechar los restos de comida: guardar las sobras para la cena o el día siguiente, y si no congelarlas. La fruta demasiado madura puede aprovecharse para hacer batidos, compotas o mermeladas y las verduras para sopas o purés. 

7. En el restaurante pedir la comida que haya sobrado porque de lo contrario irá directamente a la basura. Los bufés libres son uno de los procedimientos hosteleros en los que más se despilfarra. 

Algunos países optan por la creación de plataformas para compartir información y comida, aplicaciones de móviles que alertan si un alimento caduca y contactan con un receptor, ofertas 3×2 diferidas, campañas en comedores escolares y colectivos, frigoríficos comunitarios a pie de calle, recetarios creativos con sobras, Mención especial merecen los Bancos de alimentos, a los que los responsables comunitarios reconocen su excepcional labor. 

España es el sexto país que más comida desperdicia dentro de la UE (7,7 millones de toneladas) después de Alemania (10,3), Holanda (9,4), Francia (9), Polonia (8,9) e Italia (8,8) según datos 2012. 

Un ejemplo a seguir 

El cocinero estadounidense Dan Barber, uno de los más conocidos ecochefs y asesor de los Obama en asuntos de nutrición, transforma por un tiempo el local neoyorquino de su restaurante Blue Hill en WastED, con menú centrado en alimentos que habitualmente se desechan en la recolección o distribución o restos que sobran en la preparación de platos y que, según el chef, tienen un valor gastronómico.