1. La compra, un primer paso en confianza
Examina la tienda:
– Condiciones higiénicas del establecimiento y de los dependientes
– Que los productos que lo requieran estén refrigerados o congelados
Examina el producto:
– Que el aspecto externo del alimento sea bueno
– Que los envases o embalajes estén en perfecto estado
– Que la etiqueta contenga toda la información referente a ingredientes, categoría, peso, condiciones de conservación, fecha de caducidad….
2. Mantén la cadena del frío
Compra los refrigerados y congelados en el último momento y transpórtalos en bolsas especiales para evitar que se descongelen. Almacénalos lo antes posible en la balda correspondiente del congelador o de la nevera.
3. ¡Que corra el aire en tu nevera!
No llenes la nevera excesivamente, mantenla limpia y en perfecto estado técnico para asegurar las temperaturas de seguridad. Guarda los alimentos protegidos en recipientes tapados y coloca los productos cocinados en las baldas superiores y en las inferiores los crudos, para evitar posibles contaminaciones.
4. ¡Limpiar, envasar, etiquetar y al congelador!
Limpiar: antes de congelar limpia los alimentos y desecha las partes no comestibles
Envasar y etiquetar: coloca los alimentos en recipientes herméticos y con una etiqueta (dibujo de la etiqueta con alimento fecha de congelación nº de raciones)
Congelar: La congelación debe ser rápida, comprueba la potencia de tu congelador.
5. ¡Ojo al descongelar!
El método más seguro para descongelar es en el frigorífico. Verduras y hortalizas pueden descongelarse directamente en agua hirviendo. Consume los alimentos descongelados en 24 horas y no los vuelvas a congelar
6. Alimento fresco no significa alimento limpio
Limpia cuidadosamente los alimentos que se consumen en crudo como las hortalizas.
Para preparar salsas frías como la mayonesa extrema las precauciones de higiene, consérvalas en frío y consúmelas lo antes posible.
Los platos preparados con calor pero de consumo frío como las natillas o la crema pastelera son también considerados de riesgo.
7. La cocción contra los gérmenes
Cocinar a altas temperaturas (fritura, horno, guiso…) es casi siempre un método de higienización eficaz.
Si el consumo no va a ser inmediato, mantener el alimento cocinado bien caliente o bien frío, evitando las temperaturas templadas, y durante un muy corto periodo de tiempo, o si no congelarlo.
8. Que no se te crucen las bacterias
El paso de microorganismos de un alimento a otro a través de utensilios o superficies se llama contaminación cruzada y es la causa más común de las toxiinfecciones alimentarias. Limpia los utensilios y superficies cada vez que manipules un alimento diferente y recuerda que tus manos son un utensilio más.
9. Tus manos, un instrumento más
No olvides que tú también puedes contaminar los alimentos, debes ser cuidadoso con tu higiene personal. Tu concienciación y actitud es el punto clave para evitar las toxiinfecciones alimentarias.
10. Tu cocina, una gran aliada
El diseño de la cocina puede ayudar a mejorar sus condiciones de higiene, los elementos deben permitir cocinar «marcha hacia delante» limpiar, almacenar, manipular, emplatar para evitar recontaminar el alimento. Recuerda que existen, materiales, productos de limpieza e incluso electrodomésticos que incorporan sustancias antibacterias.